12 sept 2010

Arranco yo


Esta será una nueva seccion de mis secciones, disfruten

Cuentos malos para gente mala

Malo, maldad, maleficio, maltrato; Todas palabras que surgen de una raíz común: MAL; Todo lo que esta fuera de nuestro parámetro social de bien .
En cierto punto (a veces sin retorno) todos fuimos malos una primera vez; quién mas quién menos riose de otro, le pegó al perro cuando apenas lo sobrepasaba en altura y el fiel can inmutable dejo que se desarrollara nuestro diabólico lado siniestro…fue culpa del perro. Para colmo de males siempre le adjudicamos la culpa de nuestra maldad a otros.
Todos seguimos siendo malos en algún punto, cada día y en cada momento pero lo somos en nuestra interioridad la mayoría de las veces.
A quien no le ha pasado alguna vez que le es sumamente más costoso realizar una actividad benéfica que una maléfica, ¿por qué? ¿Será que encontramos en la maldad una sofocación del traspaso de nuestros límites? O en algunos casos ¿será solo placer?

Decidí adentrarme en un retaurant no tenía ganas de cocinar ese día. Elegí una mesa frente a la ventana…un gran marco para observar la gente como corre a estas horas por la ciudad, parece que nadie para ya para almorzar son una nueva raza de seres humanos.
Con la peor de mis suertes en la mesa contigua detrás de la mía comenzaron a acomodarse una madre y sus tres vástagos. Apenas se acomodó ella (lo que yo observaba por el vidrio, que hacia las veces de espejo si observaba bien) los tres hiperquinéticos la siguieron, abalanzándose sobre la mesa. El mas grande no tuvo mejor idea que hacer corresponder su respaldar con el mío; todos saben que esto es una de las cosas mas horrorosa que te pueden suceder, esto no pasa en tu casa o en un lugar de lujo donde las mesas tienen una disposición mas discreta; el engendro comenzó a pivotar con sus respaldo golpeando el mío, no con mucha fuerza pero sí con la suficiente para que interrumpiese mi paz. La madre, advirtiendo la situación, lo reto con una vocecita que hasta me daba lastima y se apresuro con esa misma voz a pedirme disculpas me giré sobre mi asiento y le respondí amablemente que no se preocupara que no había problema, por dentro me retorcía y solo pensaba: ¿Por qué no cuidas mejor a tus hijos, para que los tenés si después no sabes hacerte cargo?.
La camarera me trajo el menú del que de un solo vistazo solicité rabas y una cerveza, algo rápido para abandonar a la brevedad el local y dejar de soportar a esos vándalos que quebraban la pasividad.
Mi pedido estaba demorando mas de lo previsto; ya conocía todos y cada uno de los nombres de fantasía que estos niños les dispusieron a sus muñecos de juguete que como buenos niños llevan consigo a cualquier parte….imaginen tres!!!!
Los plásticos soldados, a todo esto, ya habían tomado el comedor como campo de batalla y parecía haberse desatado la tercera guerra. En uno de esos enfrentamientos por la dominación de la mesa cuatro (se ve que era un punto táctico estratégico), el mas pequeño de los tres quedó enredado debajo de mi mesa entre manteles y ráfagas de disparos que solo un niño puede reproducir; en ese punto ya quería un muñeco yo pero no para jugar a la guerra con estos serafines, sino para acabarlos a todos! Si era posible una buena reproducción de un arma de destrucción masiva.
Donde hay un buen fusil de asalto con mira laser, alza calibrada, doble cargador de 30 rondas cuando uno lo necesita.
Y la muy retrasada?? Hablando por teléfono por supuesto; deberían prohibir hablar por teléfono cuando tus hijos están jodiéndonos la paciencia a todos…o de ultima observar mi cara de pocos amigos que no te esta invitando a comer sino a hacerte cargo
Era mi deber como adulto enseñarles a estos soldados de fortuna que una buena guerra termina con la firma de la paz y normalmente la firma el que sigue con el cuchillo en la mano y esto fue lo que paso por mi mente mientras la derecha abrazaba el adminículo cortante.
Nuevamente intervino la madre que como Jesús alguna vez hizo, los reunió alrededor de la mesa.
Llegó mi ansiada comida, momento póstumo.
Mientras me devoraba una de las rabas y miraba por la ventana un reflejo me impidió degustar mi manjar, a mis espaldas tenía a uno de los jovencitos, ya excombatientes, observándome sobre mi hombro y no hay cosa que soporte menos que me miren desde atrás cuando como o leo el diario.
Deje de masticar y empezó a surgir de mi interior un gran sentimiento el mismo que surge cuando estoy pergeñando un plan; el mismo consistía en empujar mi silla hacia atrás de esta forma mi respaldar chocaría contra el del pequeño malviviente y Ups! “se cayó?, lo siento mucho señora”.
Imaginen que no lo hice, era tal mi hambre que comí de todas formas con el observador a cuestas.
En mi ultima raba ellos se dispusieron a comer; que comían? Oh dios! lo peor que se le puede dar a tres niños: Papas fritas!. ¿Tanta ignorancia nos rodea? O es que lo hacen a propósito las madres de esta era. Todos sabemos que cuando un infante se colma el apetito con estos bastoncitos grasientos, comienzan a jugar con ellos; y para mi desgracia el mas grande los embellecía con mayonesa, un elemento peligroso en manos de un niño lleno y sin control. Realizaba señales hacia su casa como un banderillero de portaaviones…no me quedó mas remedio …LA CUENTA POR FAVOR!!!

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